Aquí mismo, a unos treinta kilómetros de Toledo, en dirección a Talavera, se encuentra un paraje poco conocido y, sin duda, excepcional. En la cola del embalse de Castrejón, el agua ha ido tallando la tierra arcillosa, mostrándonos otra cara del campo manchego, sugerente, relajante, plena de evocaciones a otros lugares más lejanos. Un lugar increíble, reposo de aves acuáticas, y reposo a su vez para las almas que buscan cierta paz. Animaros, que merece la pena: observad las fotos. Y además, cerca podemos también visitar la adecentada iglesia visigoda de Ntra. Sra. de Melque, y el ruinoso Castillo de Montalbán (cuidado con los cazadores).
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